jueves, 28 de febrero de 2008
UN PROYECTO NACIONAL MAPUCHE
Yo y mi hermano contra el extranjero.
Por DANKO MARIMAN.
Es fundamental a la hora de converger en un proyecto común, el considerar aspectos importantes que no salgan de la realidad actual que viven los ciudadanos mapuches tanto en los centros urbanos como en las áreas rurales. Aspectos como el económico, el educacional, el de acceso a la salud y participación directa en las políticas que influyen en su vida cotidiana.
La realización de un proyecto nacional (1) debe nacer por consenso y debate de los representantes de todos los sectores de nuestra sociedad interesados en desarrollar tal propuesta y no en la mera afirmación empírica de que el autogobierno para los mapuches llegará el 2010 casi por arte de magia (2). Primero, Para lograr un Estatuto de Autonomía que nos beneficie realmente la realización y formación de este no debe ser excluyente. Segundo, debe tener una propuesta concreta con una base más allá de si cierto grupo de chilenos está de acuerdo o no, o si el artículo 3 y 4 de la Carta de los Derechos Indígenas aprobada por las Naciones Unidas (institución que por lo demás es clara en afirmar la soberanía de los Estados-Naciones) en el 2007 prepara el terreno para hacer efectiva la libre determinación indígena. Esto con el fin de empoderar a nuestra sociedad y converger en la realización de un proyecto común con un movimiento político de fondo capaz de alcanzar objetivos y no recibir asistensialismo de la ya conocida política gubernamental chilena.
La falta de un proyecto común como pueblo es la razón por la que no existe un movimiento político mapuche. Esto se debe a la falta de flexibilidad de los dirigentes actuales, activistas, voceros, entre otros, aquellos líderes “post-dictadura” de articularlo en la construcción un proyecto nacional. El cual sea aceptado y sabido por todos los sectores de la representación política y organizacional mapuche, en el cual se utilicen todos los mecanismos, herramientas modernas y métodos necesarios para lidiar contra las políticas represivas de los Estados Argentino y Chileno.
"Después de una fase de unidad nacional espontánea u obligada (al igual que bajo una dictadura que desmantela todos los centros autónomos de elaboración política), el proceso habitual de renacimiento de la lucha interna es la aparición de grupos políticos, cuya subestructura social no se percibe claramente y que puede quedar reducido a veces a meras camarillas" (3). La cita anterior de Maxime Rodison podría aplicarse a un caso hipotético, el cual seria la unión de todos los sectores de la población mapuche conformando así una unidad nacional. Lo cual significaría luchar unificados como un movimiento político mapuche bajo un proyecto común, como la autodeterminación (interna o autonomía), contra un enemigo común (El Estado Argentino y/o Chileno) y luego de alcanzado el objetivo planteado, ver las diferencias que tengamos entre los diferentes sectores de nuestra sociedad a los que representamos para resolverlos.
Aún que también podría aplicarse a la situación mapuche de actual, donde previo a la caída de las dictaduras militares paralelas, tanto de Videla como de Pinochet, comienzan a surgir organizaciones mapuche y el tema de cómo nos planteamos como nación vuelve a la contingencia entre algunos sectores de nuestra sociedad. Sin embargo uno se puede preguntar ¿dónde se esta haciendo política? ¿Por qué la política mapuche no se abre a todos los sectores de la población interesados en practicarla y es tan sectorial y secreta? Este tipo de reuniones y forma de hacer política es el reflejo de la forma empleada en tiempos de dictadura donde todo este tipo de reuniones eran prohibidas. Pero hoy en pleno 2008 ¿Por qué razón se utiliza el mismo método? Es talvez por ello que no existe una agenda política mapuche capaz de articular los diferentes métodos empleados por las diversas organizaciones bajo un accionar unificado en un proyecto común y con representación de toda la dirigencia, siendo capaz de hacer uso de todos los métodos planteados para lograr un objetivo común.
Existen ideas ya planteadas sobre potenciales proyectos comunes en Ngülumapu, los cuales si no gustan, se pueden replantear, incluso surgir otros nuevos, pero lo importante es que se debata, todos juntos, para así poder converger en una idea común. Algunos de los planteamientos autonómicos que hoy conocemos fueron ya planteados a fines de los años 80 y durante los años 90, tales como la propuesta presentada por Liwen en 1989 en un documento titulado “Una respuesta política a la situación de dominación: la autonomía” y cuyo autor es José Marimán (4). En este documento se plantea una “Autonomía político-territorial con carácter étnico”, la cual posteriormente sería presentada como “Autonomía Regional” en 1990 . Aparece además una segunda propuesta que es la de Admapu la cual plantea la necesidad de que la nación mapuche controle un territorio que permita el desarrollo de su cultura.
Por otra parte La Coordinadora Arauko-Malleko (CAM) apuesta a la recuperación de tierras usurpadas en donde reconstruir en ella espacios para desarrollar la cultura, la cosmovisión, y en donde llevar acabo la reconstrucción nacional mapuche. También Aukiñ Wallmapu Ngulam, realizó una propuesta sustentada en las recuperaciones de tierras (4). Por su partem el Partido Mapuche Wallmapuwen (5) ya desde su gestación en el 2005, recoge la propuesta de “Autonomía Regional” de José Marimán, contextualizándola y estructurándola bajo la idea de un partido político nacionalista mapuche con aspiraciones regionales en Ngülumapu. En este marco la propuesta de Autonomía Regional (político-administrativa) adoptada por Wallmapuwen no parece algo de otro planeta, pues plantea la idea de una región donde los mapuches tengan representación política propia dentro de lo que se considera como el País Mapuche. Una propuesta asentada en la realidad actual que vivimos como nación, donde no tenemos los recursos económicos, no somos mayoría poblacional (ni siquiera del Bío Bío al sur), ni tenemos un ejército preparado para combatir contra un ejército profesional como el chileno. Donde en definitiva tenemos que negociar, es decir, hacer política para alcanzar objetivos.
Ahora, esto no quiere decir que haya una sola forma de negociar o hacer política, es necesario y fundamental que existan quienes generen movilizaciones, organicen gente, hagan trabajo de bases, ocupaciones de terreno, quienes se preocupen de la parte lingüística y su promoción, quienes rescaten tradiciones y su práctica, como así también quienes hagan el lobby político, no una sin las otras, pues eso solo limita nuestras posibilidades de éxito. Lo más importante eso si y redundando, es tener un proyecto claro y definido por el cual luchar todo juntos.
Acceder al poder y utilizar las instituciones impuestas por el Estado Chileno, como el caso de un partido político, no significa necesariamente gustar del (aún cuando si se valida) sistema político-administrativo impuesto en nuestro territorio y sobre nuestras vidas. Sino más bien utilizarlo para nuestro propio beneficio en el sentido de poder ejercer el poder que nos corresponde en nuestro territorio. Por tanto teniendo el poder político tendríamos la posibilidad de perpetuarnos nosotros mismos, garantizando un proceso de recuperación territorial dentro de un marco legal (tener el poder administrativo de los recursos económicos del País Mapuche podría garantizar la compra de tierras, subsidio económico para el desarrollo laboral en las comunidades y centros urbanos, lo cual permitiría ofertar a los mapuches en la diáspora el retorno. Esto teniendo en cuenta los beneficios que podría traer ser mayoría poblacional, y tener el control político y administrativo de un territorio determinado).
Además hacer oficiales nuestra cultura, tradiciones y lengua en un territorio determinado. Esto podría ser crucial en el caso particular del Mapuzungün, a la hora de revertir el proceso de extinción de nuestra lengua nacional y principal patrimonio que ostentamos como pueblo, al oficializarse en la educación y construir así espacios para su práctica y reproducción. No se puede pretender cambiar nuestro actual estado como etnia “de” Argentina o Chile, con el grado de fragmentación que presentamos y sin tener control político de nuestro territorio para perpetuarnos nosotros mismos, y no ser estigmatizados y utilizados por otros. Es fundamental pensar en el control de nuestro territorio y sus recursos, pero además de la proyección que desde ahí podemos darnos como nación al lograr la realización del proyecto nacional, para decir e incidir sobre nuestro futuro. De lo contrario seguiremos siendo araucanos, folclore, raíz y mano de obra barata de nuestros opresores.
A modo de crítica nos podríamos preguntar ¿qué se ha conseguido desde la supuesta llegada de la democracia fuera de algunas entregas simbólicas de tierras?, ¿se han logrado avances en torno al Mapuzungün?, ¿tenemos representación política propia en el Wallmapu?, ¿hemos logrado algún grado de autonomía? Si nos preguntamos hoy cual es el proyecto común por el que luchamos como pueblo, ¿cual seria la respuesta? ¿La mera recuperación de tierras usurpadas?, ¿la recuperación y reconstrucción territorial?, ¿la autonomía?, ¿qué tipo de autonomía?, ¿qué entendemos por autonomía, será la autonomía regional?, ¿por qué no se ha intentado aún generar un proyecto nacional que abarque todos los sectores mapuches incluyendo el Püelmapu y Ngülumapu o es que la frontera virtual impuesta por los Estados Argentino y Chilenos ha fragmentado aún más nuestra identidad?, ¿o será la mera resistencia sin planteamiento o ideas de desarrollo que sustenten el futuro de nuestra nación y nuestros patrimonios?
A mi parecer, se ha visto un poco de todo lo anteriormente cuestionado, lo cual redunda en la idea de un pueblo desarticulado e incapaz de conglomerar sus fuerzas políticas en torno a la necesidad de cambiar la situación de dominación actual, en la que se nos reprime, encarcela y asesina. No existe trabajo de base capaz de cooptar a los jóvenes mapuche urbanos y rurales para transformar su pasividad en movilización, en activistas y en gente dispuesta luchar por ideales unificados y concretos, para desde ahí reconstruirnos como nación. Además de dotarlos de las herramientas necesarias para que se constituyan en una nueva generación de activistas mapuche. En este sentido pienso que es importante resaltar la prioridad que merece el proyecto nacional en nuestros trabajos individuales y colectivos.
¿Tal vez sea la hora de pedir el retiro del escenario político de los “líderes post-dictadura”? Esto ya que conocemos todas aquellas viejas rencillas y caudillismos que en 18 años no han sido capaces de mejorar la situación de dominación actual, pero que además no apuestan a la unificación de los agentes políticos mapuche y organizaciones bajo un proyecto común, pues no logran reconciliarse entre sí. Maxime Rodinson en su libro titulado “Sobre la Cuestión Nacional” comenta que: "La realización de los proyectos de autonomía nacional condicionan muchas veces un periodo de relativa unidad nacional… []…Esta unidad prevalece especialmente cuando las tareas de la construcción nacional, es decir, las tareas que corresponden a un interés verdaderamente nacional visto y sabido por todos, hacen aceptar o perdonar, hasta cierto punto y durante cierto tiempo, los privilegios de las elites que asumen la realización de esas tareas"(7).
MÁS.. http://www.azkintuwe.org/
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